29 de diciembre

En la noche la gata arroja al piso las cenizas que dejamos en la mesa y la gotera de la ducha afirma el infierno de la incertidumbre. Con todo, él detesta el silencio de mi casa. Deambulamos de la habitación al comedor. Lloro como si la fragilidad fuera sensual. Él me levanta y me lleva hasta la cama. "No nos va bien pero yo te quiero mucho" dice. "Yo también te quiero mucho" contesto mientras me arrojo a su balsa para llegar a alguna isla. De fondo se escucha Chet Baker y el sol decide caprichosamente amanecer. Yo pienso en la terquedad pero no me decido por un verbo.

Entonces amor...

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