Escribir


Escribo aunque no considere que lo hago bien. Porque soy demasiado personalista y no logró desarrollar un desenlace. Me quedo atrapada en los nudos y me expongo a salir herida. No debería publicar sobre mi persona porque es darle la posibilidad a quien lea de opinar y juzgar. Escribo como respuesta a la balacera de palabras que me quiebran, que no logró superar y que irónicamente me llevan hacia otro lugar. Describirse y mostrarse vulnerable no es cool ni académico ni políticamente correcto. Pero yo necesito escribir. Sueño con ingenuidad que la palabra es entrega y también encuentro. 
Aún así entiendo que mi problema es seguir necesitando la respuesta. Yo no sé de qué mierda hablan cuando dicen que hay que soltar. Yo quisiera extirparme del cuerpo palabras, que tengo clavadas no se donde y me resuenan por todos lados cuando las vuelven a nombrar. Y duelen. Duelen como la mierda. Quisiera tener el poder de resignificarlas. Entonces decir: "Soy la más puta de todas". Pero no puedo. Y duelen. 
Frente al dolor decido matar al enunciador, pero la voz sigue viva y enuncia. Ni todas mis estrategias teóricas logran protegerme cuando la voz crece y me persigue. Porque recorre los años y los recuerdos. Es una voz sin oído. Le grito pero no se detiene. Sobre su trama los crucifijos crean sentido. Abusa del uso de absurdos gramaticales y luego se detiene. Creo que va a callar, que ha empleado todas las cuerdas vocales posibles. Siento que no hay más violencia. Disfruto de la ternura de ese silencio. 
De forma imprevisible, sin darme tiempo a analizar un buen escape, la palabra crea su ejército. Así me tiene. Profundamente herida pero viva. Existiendo. 
Estas líneas esperan ser una justificación. De la misma forma arrancar lo que duele. Que sirvan de espejo o que simplemente sean. Si evitan la lógica de la funcionalidad tal vez puedan ser algo mejor. Estas líneas no tienen desenlace. Cuestione también usted sus necesidades…


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