Me declaro culpable de todo.

Entonces quiero llegar a algún lugar para poder desplomarme. Que me arranquen el paño, el cuero y hasta el encaje. Que vayan limpiando las zonas donde tengo clavadas aquellas palabras y sostengan parte de mi piel hasta que las palpitaciones aprendan a sincronizarse. Si los dedos me acarician los labios no necesito hablar. Tal vez no necesite ayuda para dormir.
El árbol usa sus raíces como refugio.
No basta con que pudiera amarrar a las bestias.
El terror acecha en el bosque de la misma forma que en la libertad.
La ausencia de sangre no suprime el dolor.
Hoy no quiero afirmar más nada.
Me agota hasta el hecho de que cada idea sea una probabilidad.
¿Donde esta mi Valquiria?


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